Cuando estás haciendo una tarea que no disfrutas, es probable que empieces a crear excusas para procastinar o simplemente evitar tus responsabilidades por completo.
Las excusas más comunes en estos casos, caen en 3 categorías: las de “sé que debo, pero…”, las de “no sé hacerlo”, y las excusas verdaderas.
- “Sé que debo, pero…”
Por ejemplo, “sé que debo terminar, pero tengo sueño”, “sé que debo hacer dieta, pero no tengo tiempo de planificar”, “sé que debo estudiar, pero Carlos me invitó a salir”.
La próxima vez que te encuentres pensando en este tipo de excusa, dales la vuelta: “me gustaría dormir, pero debo terminar”, “no tengo tiempo de planificar, pero debo hacer la dieta”, “me encantaría salir con Carlos, pero debo estudiar”. Cambia la prioridad para darle énfasis a lo más importante.
- “No sé hacerlo”
Cuando se trata de procrastinación, esta supuesta “ignorancia” es la excusa favorita. Y también es la peor. La realidad es que no saber hacer algo no es un obstáculo porque vivimos en un mundo con una cantidad infinita de herramientas para aprender disponibles en todo momento.
Si no sabes algo, ya no hay excusa para no aprenderlo. Buscar en internet te abre miles de puertas a recursos disponibles para aprender a hacer lo que sea. Los hay tanto pagos como gratis. Simplemente no hay lugar para un “no sé”.
- La excusa legítima
Las excusas legítimas no pueden parecerse a las otras dos. Cuando pienses en algo que te está impidiendo ponerte a trabajar, toma unos minutos para evaluar si se trata de algo importante. Siempre debes darle prioridad a lo importante, pero no lo confundas con lo urgente.